domingo, 8 de enero de 2012

Educación: “Las teorías marxistas”

Educación:“Las teorías marxistas”
Modo de citar este artículo: Rivera, María José.  "Educación:“Las teorías marxistas”" noviembre 2011. Internet: http://ensayosdefilosofia-cynicsutcanes.blogspot.com/ [Acceso: dd/mm/año]

Lectura crítica al texto de José L. Bernabeu Rico

Aunque Marx y Engels nunca dieron trato expreso a la educación, sus preceptos alcanzan un eco que permite una ampliación de la obra marxista en cuanto a pedagogía. La propuesta básica muestra a la educación en estrecha relación con las condiciones socioeconómicas y laborales. Es oportuno que recordemos ciertas bases marxistas como contexto. En primer lugar, la determinación histórica (esencialmente, relaciones de producción entre clases sociales) del hombre. En segundo, la supresión de la libertad individual en la libertad colectiva. En consecuencia, la educación debe organizarse en torno al trabajo productivo y garantizar la cualificación laboral, proponiendo los fines comunes por sobre los intereses individuales. A esto debemos sumar la visión de la utopía marxista que propone también una “formación omnilateral”, politécnica, laica, mixta, gratuita, y una “unificación formativa” con el objeto de eliminar el origen de la división del trabajo y por ende de las diferencia sociales actuales. Entre los nombres que aportaron a la pedagogía están Makarenko y Blonskij más enfocados en el trabajo, Sujomlinski y Suchodolski con un punto de vista más personalista, Gramsci con un enfoque humanista, y Bourdieu y Passeron desvelando el papel de la escuela en la reproducción de clases sociales; veamos:

Antón Semiónovich Makarenko (1888-1939) cree que el niño aprende en un ambiente que muestre alegría real por un porvenir radiante, donde los grupos engranen armoniosamente para conseguir las metas comunes de la sociedad. La felicidad es conseguida mediante la disciplina y la organización y el maestro representa los designios políticos de la sociedad –los cuales se subordinan al partido y al Estado-. Creemos que en primera instancia la felicidad no puede sujetarse a la realización del individuo en sociedad, no puede ser legítima si niega al individuo, y en segunda, que la propuesta cae en la clásica falacia reduccionista al asumir las necesidades de la persona dentro de las necesidades sociales o colectivas.
La pedagogía liberal de Pavel P. Blonskij (1884-1941) está basada en iniciativas, autogobierno y una prudente ayuda del educador, pues se propone extraer del niño el auténtico e ideológico hombre comunista al que se convertirá por libertad natural; para ello, el punto principal del que debe preocuparse la pedagogía es el trabajo. También teoriza y practica sobre el aprendizaje por complejos y el método de complejos, que a pesar de ese nombre e intención globalizadora, no resuelven la reducción de la vida humana a la vida economía/política. Por un lado se habla de libertad –que por definición está contrapuesta a cualquier determinismo- y por el otro se articula un discurso al que debe alcanzar el niño  mediante esa libertad.
Antonio Gramsci (1891-1937) se aleja del dogmatismo marxista dominante y encausa su ideal pedagógico en un marco cultural más que económico o político, dirigiéndose por la disciplina del propio yo interior (también personalismo) para garantizar un ser humano capaz de auto-representarse autónomo e independiente del grupo social dominante. Podemos rescatar su propuesta de una escuela formativa y única, con conocimientos desinteresados, de contenido inicial humanista y no profesionalista, aunque sólo sea como aporte teórico.

La aplicación del personalismo educativo al contexto comunista está representada por Vasil Sujomlinski (1918-1970), quien hace hincapié en el individuo y en desarrollar todo su potencial y todas sus posibilidades a través de la alegría y la felicidad. Parte de su aporte está en la importancia de proyectos en los niños y en su discurso romántico resalta lo comunitario como un medio para desarrollar al hombre comunista.

Bourdieu y Passeron, por su parte, teorizan sobre la escuela como ente reproductor de las diferencias sociales, pues reproduce las relaciones entre las clases. Nos previenen de que el alumno está destinado a repetir el destino de su propia clase social, esfumando toda ilusión de novedad o cambio; pero vemos que, más bien la educación ha sido parte de los mitos salvíficos -primero de Cristo y luego de la modernidad-. Bernabeu señala que en su propuesta falta la reflexión sobre las prácticas heterodoxas en el propio sistema y que es notoria también una concepción de la cultura tan excluyente con lo popular (121).

Por último, tenemos a Bogdan Suchodolski (1907-1992) quien cree que la educación debe preparar a las generaciones jóvenes en la responsabilidad y los valores para la nueva vida social y cultural, y que debe estar centrada en la formación de una concepción socio-humanista del progreso. Propone unir las enseñanzas de tipo general y profesional, integrando la educación de niños, jóvenes y adultos y articulando las facultades intelectuales tanto artísticas como morales.

Es difícil entender todos estos planteamientos sin ahondar en el tema de la utopía marxista, en la cual se supera la alienación de la que ha sido objeto el ser humano, la utopía marxista no es más que el comunismo, el “inicio” de la historia. Ella promete que nadie sufrirá de necesidades materiales, pues todos compartirán el bien común.1.

Un detalle importante a sumar al texto de Bernabeu es una aprehensión de las teorías marxistas de la educación en China y Cuba –omisión que el mismo autor acepta-. Podemos anotar al respecto un par de dato más que nada históricos respecto a la China comunista: Con la formación de la República Popular China el gobierno comunista conceptualizó a la educación como un instrumento para difundir la ideología oficial; tras la muerte de Mao y, especialmente con la llegada al gobierno de Deng Xiaoping, se empieza a relacionar el cambio educativo con el desarrollo económico y social de China y se define a la educación como una contribución fundamental para la modernización del país y, bajo la consigna de que la reforma educativa debía estar vinculada estrechamente con las reformas económicas, se proclama la descentralización de poder a niveles inferiores de gobierno y la reducción de los controles rígidos que ejercía el gobierno sobre las escuelas 2. Respecto a Cuba, podemos referirnos a la concepción pedagógica de José Martí: el ideario pedagógico de Martí pone al hombre de acción por sobre el hombre de pensamiento, comprende “lo pedagógico” a partir de la relación educación/vida, para él, educar es depositar en el hombre toda la obra humana que le ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, ponerlo al nivel de su tiempo y prepararlo para la vida 3. ; sin olvidar los buenos índices  que muestra Cuba respecto a educación, muchas veces incluso por encima de los grandes países industrializados. Sin lugar a duda, para hablar de teorías marxistas en la educación el caso cubano debe ser estudiado prioritariamente, sobremanera en cuanto representa una práctica, la que siempre es más compleja que la mera teorización.

Así concluimos, en primera instancia, invitando a una mirada comparativa entre la educación de corte neoliberal y la de enfoque marxista ¿Preguntaremos cuál es menos mala? Podría resultar ofensivo, sólo diremos que aunque ambas coartan la autonomía individual a la segunda se le puede atribuir al menso una finalidad más humanista aunque muchas veces esta se pierda entre los propios trajines de la fetichización de la política. Habiendo salvada tal diferencia, en segunda instancia abogamos por la no reducción del hombre a un solo aspecto –en este caso el económico-, vale quizá hacer una revisión a las críticas frankfurtianas que insisten en contextualizar al ser humano en un enramado de cultura, arte, religión, economía, individualidad, etc. confiriéndole la complejidad que tiene el ser humano.


1. Al respecto, se pueden tomar en cuenta: 1) Los trabajos de Ernst Bloch, teórico heterodoxo de la utopía en el marxismo, en  El principio esperanza. Obra completa. Madrid: Editorial Trotta. ISBN Obra Completa 81-8164-662-8. Donde expone primero la utopía es realizable en tanto es realizable como posibilidad, pues una posibilidad está en la materia, en lo exterior, es legítimo que el hombre aspire a ella porque la característica central del ser humano es el anhelar una vida mejor y pensar significa traspasar. Y 2) –¿por qué no?- las analogías anotadas entre la “Aldea Pitufo” y la “Utopía Marxista” o que más bien pueden ser rastreadas como “Pitufos y Comunismo”; si bien estos personajes han sido acusados de malditos, satánicos, drogadictos, fascistas, mensajeros del Ku Klux Klan, entre las similitudes con la utopía marxista resaltan: una economía cerrada, lo colectivo es más valorado e importante que lo individual, el uso de una jerga especial (pitufo/camarada), ateísmo (?), etc., al respecto resalta el blog de Sergio Recio, “Los Pitufos Comunistas!” en Taringa.net.


 2. Tomado de Beech, Jason y Brailovsky, Daniel. “Hacia un análisis comparado de la educación en China y los países del Cono Sur” pdf. Internet: www.ibe.unesco.org

  3. Tomado de Nassif, Ricardo “JOSÉ MARTÍ (1853-1895)” en Perspectivas: revista trimestral de educación comparada vol. XXIII, nos 3-4, págs. 808-821. Paris 1993



   BIBLIOGRAFÍA
Bernabeu Rico, José L.. “Las teorías marxistas” Compilación de Catalina Izquierdo. Cuenca 2011.

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